«Si la museología no sirve para la vida, no sirve para nada»
Con esta frase contundente, Mario Chagas condensa el espíritu de la cuarta y última conversación del ciclo Estrategias de Museología Social , que coordinamos para la Rede Museística Provincial de Lugo. Un diálogo intergeneracional entre el museólogo brasileño y nuestra admirada Nayeli Zepeda, pensado no solo para abordar los retos del presente, sino también para abrir una reflexión compartida sobre el futuro de la museología y su papel en un mundo atravesado por la hostilidad política y la amenaza global contra la diversidad.
- Nayeli Zepeda (@biendesatada) desarrolla su trabajo desde una perspectiva crítica y decolonial, explorando formas alternativas de habitar el museo. Forma parte de The Empathetic Museum, una iniciativa estadounidense que promueve la empatía como fuerza transformadora para repensar valores, prácticas y vínculos en las instituciones culturales. Su experiencia desde Estados Unidos, en un contexto marcado por nuevas amenazas a la diversidad y los derechos culturales, aportará claves fundamentales para el debate.
. - Mario Chagas es poeta, museólogo y doctor en Ciencias Sociales. Es una de las figuras más influyentes de la museología social en Iberoamérica, con una trayectoria marcada por la defensa de una museología crítica y transformadora. Ha dejado huella en espacios como la presidencia del Movimiento Internacional para una Nueva Museología (MINOM) o la dirección del Museu da República en Río de Janeiro. Fue además uno de los impulsores de la Política Nacional de Museos de Brasil y de la creación del Instituto Brasileiro de Museus (IBRAM).
¿Qué ideas escuchamos?
Antes de compartir algunas de las ideas que surgieron, queremos agradecer nuevamente a Adela Vázquez Veiga (adelavv.com) por su generosa relatoría gráfica, que nos ayuda a recoger y compartir lo vivido 💛
Pensar en siete generaciones
Nayeli Zepeda apeló a la necesidad de superar la lógica de lo inmediato. Inspirándose en un principio indígena de las siete generaciones, propuso aplicar esta mirada al ámbito cultural: cada toma de decisiones importante debería contemplarse teniendo en cuenta tanto el legado recibido de las siete generaciones anteriores como el impacto que provocará en las siete generaciones venideras. Esta perspectiva nos obliga a actuar con otra conciencia y responsabilidad.
Museología crítica para tiempos de urgencia
Nayeli nos trasladó al contexto hostil que se vive hoy en Estados Unidos, donde la diversidad, la inclusión y la equidad han sido calificadas por el poder como “ideología antiamericana”. El actual avance autoritario —que intenta eliminar referencias a la diversidad en exposiciones, instituciones culturales y programas educativos— busca silenciar voces como las negras e indígenas, controlar los relatos y desmontar todo espacio de pensamiento crítico.
Frente a esto, Nayeli destacó la fuerza de la organización comunitaria. En barrios, escuelas, iglesias u hospitales, muchas personas han creado redes de apoyo y educación en derechos para resistir políticas de deportación masiva. “Lo que no esperaban era encontrarse con una comunidad”, dijo. Y añadió: “Quizás eso sea el mejor antídoto frente al fascismo: una comunidad que se apoya mutuamente e imagina alternativas”.
Un museo puede ser propaganda o ser liberador
Mario Chagas fue directo: los museos pueden funcionar como instrumentos de dominación ideológica y racista… o pueden ser herramientas emancipadoras, conectadas con la vida, con las comunidades, con sus luchas y transformaciones. “Las comunidades están en cambio, y eso es buena señal: significa que están vivas. El pasado tampoco pasó del todo: sigue moviéndose, y a veces necesita revoluciones.”
Revolucionar el pasado: el ejemplo de Nosso Sagrado
La experiencia del proyecto Nosso Sagrado, impulsado desde el Museo de la República de Brasil, centró gran parte de la intervención de Mario Chagas, siendo uno de los ejemplos más potentes de reparación histórica y museología crítica. Durante más de cien años, cientos de objetos religiosos vinculados a las tradiciones afrobrasileñas fueron incautados por la policía y almacenados en comisarías como “pruebas criminales”, resultado de una persecución institucional que criminalizaba las prácticas del candomblé y otras expresiones culturales negras.
Mario relató el proceso de recuperación y devolución de estos objetos, hoy reconocidos como patrimonio espiritual y cultural, gracias a la lucha sostenida de las comunidades afrodescendientes. Su llegada al Museo de la República no fue solo un cambio de ubicación: supuso una transformación radical en el relato, en el papel del museo y en el vínculo con las comunidades afectadas. Los objetos que antes eran considerados “evidencias de un delito” inexistente, pasaron a ser testigos del verdadero crimen: el racismo estructural ejercido por el Estado brasileño.
Pero la reparación no se limitó a la exposición. Nosso Sagrado impulsó también un modelo de gestión compartida, en el que líderes y lideresas religiosas afrobrasileñas participan en las decisiones sobre la conservación, el tratamiento y la exhibición de la colección. Esta práctica obliga al museo a reconocer otras formas de conocimiento y a abrirse a dimensiones que no siempre encajan con la lógica museal tradicional, como el valor espiritual de los objetos. Es, en palabras de Chagas, una “revolución en el pasado” que redefine el papel de los museos como espacios de justicia, memoria y cuidado.
Decidir cuáles son las mesas en las que queremos o debemos estar
La conversación también abrió un debate recurrente en el ciclo: ¿qué hacer cuando se nos llama solo como “tokens” de diversidad? Nayeli fue clara: hay espacios en los que no debemos estar, porque legitiman procesos contrarios a nuestros principios. Pero también hay otros en los que, si no estamos, nuestras comunidades y otras visiones quedan fuera. Por eso, lo importante es decidir con criterio y responsabilidad dónde estar… y para qué.
Acompañar nuestra incomodidad
Ambas intervenciones coincidieron en una idea clave: uno de los roles fundamentales de los museos debería ser “acompañarnos en la incomodidad”. A pesar de cierto imperativo institucional del consenso, lo cierto es que las relaciones culturales están atravesadas por fricciones, tensiones y desigualdades que no siempre se pueden resolver de forma armónica. Lejos de evitar el conflicto, se trata de asumirlo como parte del proceso. Mario Chagas defendió la necesidad de empujar los límites desde dentro: “¿Es posible una museología social en un museo convencional? Sí. Pero el poder nos muestra constantemente sus límites. Y hay que empujarlos.” Porque mantener una práctica crítica y transformadora dentro de las instituciones implica también reconocer sus marcos de control, y decidir conscientemente cómo desafiarlos, ampliando los espacios de participación, memoria y justicia. O como resumía Encarna Lago: “O trabajamos para el poder o trabajamos para las personas.”
¿Museos abiertos a todas las personas… incluso a quienes vienen a destruir?
La conversación puso sobre la mesa una contradicción incómoda pero necesaria: ¿puede un espacio cultural ser verdaderamente inclusivo sin marcar límites frente a quien llega dispuesto a boicotear, sembrar odio o negar la legitimidad de los propios espacios de encuentro? Nayeli advirtió de la trampa que supone el discurso liberal de la neutralidad, que bajo la apariencia de pluralismo sirve a menudo para legitimar el fascismo y perpetuar relaciones de poder injustas. Reivindicó la necesidad de poner límites claros ante los discursos de odio y defendió el derecho a proteger los espacios seguros que se construyen desde y para las comunidades vulnerabilizadas. Mario, por su parte, fue rotundo: “También hay que saber decir que no desde los museos.” Y nos recordó que el conflicto no es algo que haya que evitar a toda costa, sino una parte inherente de los procesos de transformación cultural.
Cuando vinieron por cada una de nosotras, se encontraron con una comunidad
Como cierre, recuperamos esta frase que resonó con fuerza en la conversación y que, para nosotras, sintetiza el espíritu de todo el ciclo. Es esa comunidad crítica, organizada y solidaria la que tenemos que seguir construyendo. Desde los museos, desde los espacios culturales, desde los barrios. Tejiendo redes de cuidado, apoyo mutuo y compromiso compartido, para hacer de la cultura una defensa de la vida, de la memoria y de la diversidad.
Ha sido un placer seguir #TecendoRede para aprender juntas cómo construir museos y espacios culturales vivos, críticos y comprometidos con el bienestar colectivo.
Una vez finalizado el ciclo, abrimos los contenidos para que puedas seguir explorando, reflexionando y compartiendo. Si quieres ver la conversación completa, acceder a los documentos y otros recursos compartidos de este ciclo impulsado desde la Red Museística Provincial de Lugo, puedes hacerlo en los siguientes espacios:
🔗 bencuriosa.gal/portfolio/estratexias-de-museoloxia-social-dialogo-intercultural-e-diversidade
🔗 comunidadermpl.gal/estratexias-de-museoloxia-social-2025